Dónde enterré a Fabiana Orquera: Un misterio en la Patagonia (Spanish Edition) by Cristian Perfumo

Dónde enterré a Fabiana Orquera: Un misterio en la Patagonia (Spanish Edition) by Cristian Perfumo

autor:Cristian Perfumo [Perfumo, Cristian]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2014-01-07T22:00:00+00:00


31 ― QUERIDO JUAN SANABRIA

Con un movimiento perfeccionado por los años, los pulgares de Sergio Báez accionaron los pestillos dorados del maletín, que se abrieron con un fuerte clic.

―El día del velorio de mi viejo, un hombre al que yo no había visto jamás en mi vida se acercó para darme el pésame. Luego me entregó esto y me dijo: “Por si alguna vez alguien quiere ensuciar el nombre de tu viejo”.

El abogado puso sobre la mesa un sobre grande, de papel marrón, que empujó hacia mí con la punta de los dedos.

―Hasta hoy, nunca había tenido que usarlo. Abrilo.

Dentro del sobre encontré alrededor de una docena de papeles. Leí el primero.

Puerto Deseado, 29 de marzo de 1984

Querido Juan Sanabria,

No sé si lo sabrás, pero ya ha pasado un año desde la desaparición de Fabiana Orquera. Como abogado sé que, ahora que el juicio ha concluido, todos esos papeles que tanta vida tuvieron en los últimos meses terminarán juntando polvo en algún archivo.

Pero para mí (y para muchos otros) siempre quedará la duda acerca de qué pasó con esta mujer, de cuya desaparición no dejo de sentirme responsable. Por eso quiero abusar de los años de amistad que tenemos para pedirte que, como Comisario Mayor de la Policía Federal, hagas todo lo que esté a tu alcance para que la búsqueda continúe lo más activa posible dentro de las posibilidades y los recursos a tu disposición.

Sin más, te saludo atentamente y si tuvieras cualquier información, por más mínima que fuera, estaré ansioso de recibirla.

Un gran abrazo desde el sur.

Raúl Báez.

El segundo papel también era una carta. De hecho, todos lo eran ―conté diez―. Leí una detrás de otra. Todas habían sido escritas en marzo, una por año, y en las últimas dos Báez había cambiado la máquina de escribir por una impresora de matriz de puntos. En cuanto al contenido, las diez eran prácticamente iguales: Báez pidiéndole a su amigo Juan Sanabria que no dejara que la policía olvidase el caso de Fabiana Orquera.

Cuando levanté la mirada al terminar de leer la última, Sergio Báez observaba su vaso, vacío por segunda vez.

―Juan Sanabria era amigo de mi padre desde la infancia, en Rosario. Y durante los diez años posteriores a la desaparición de Fabiana Orquera, mi viejo le mandó una carta casi idéntica cada marzo. ¿Te das cuenta de por qué estoy seguro de que no tuvo nada que ver? Durante diez años le pidió a la segunda persona con más poder de la Policía Federal Argentina que hiciera lo posible para encontrar a Fabiana Orquera.

Le serví más coñac.

―La última carta es más o menos de la misma época en que mi viejo abandonó el estudio sin siquiera avisar a los clientes. La época en que se dio a la bebida y perdió el rumbo.

Cinco años antes de que, convertido en un borrachín roñoso y vagabundo, se colgara en la despensa de Las Maras el día del aniversario de la desaparición, pensé.

―Estas cartas no tienen ningún valor legal ―agregó el abogado―.



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